17 de septiembre de 2013

La gran implosión

La tinta flaca que es mi corazón se despereza, naciendo todo el tiempo, como la arena de la que está hecha una mano infinita, de dedos que van por la vida corriendo de un lugar a otro, sin descanso. Sin descanso. Así, como ésta mentira de domingos que hundimos en nuestras muelas para no oírnos a nosotros mismos. Ahora, ya diseminada en nuestra sangre, nos abre senderos que nunca habíamos visto.
La tinta flaca que es mi corazón se recuesta sobre el pasto más verde y lejano, para llorarle a un cielo de luces que hace tiempo han muerto. Solitaria. Taciturna. Es una mancha de luz en la nuca de una sombra. Una partecita de mí que huye dentro de cada llamarada que el silencio escupe como si fuera un Sol. Un Sol que lo es todo en mi mundo.

Maximiliano Olivera

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