14 de abril de 2015

No más

¿Sentís como yo ir y venir
a los estertores del pasado?
dando saltos en círculos rabiosos,
dando fuegos por sal,
dando cielos grises
por caridad,
así como oprimidos
por diferentes tristezas,
cansados de nosotros dos.

¿Será lo único que oiremos al caminar
el barro y los charcos-espejos
de páramos de luces inquietas
y sonidos rufianes, de estrellas
cojas
que lo enfrían todo?

¡Quién sabrá qué habrá
bajo el maquillaje horroroso
del ave-serpiente
de tus sueños!

Vos siempre ardiendo
o cayendo
en aguas,
tintas,
aceites
o gritos.
Y nada lava
tu piel,
que cambia
de acuerdo a los astros.

Todos tus cueros negros
que no arden bajo el Sol.
Todos esos que te miran
tal cual sos.
Ojos ciegos de mármol,
todos los segundos de tu mirada
engullen a un bebé gordo
que no deja de sonreir.

Sé, desde acá,
el cuerpo que aún vive,
el alma-humanidad,
el aire azul que exhala el
corazón limpio de pena,
que sé
donde hubieses posicionado al Sol
y a tu sombra,
para que tu rostro muerto
copiara el reflejo del cielo
en el agua.

Yo te conozco bien,
mejor que vos
y que ellos,
los invisibles,
los valientes,
los boludos,
los impúdicos cadáveres.

Sos Nadie ante todos los astros.
Y ellos,
y todos nosotros,
los impíos,
estamos hartos.
Hartos.
Hartos de tu nombre y tu voz.
Hartos de tu madre sauce
y tu padre gorrión.
Hartos de tu mudo corazón
y todas sus pálidas
sangres que se comen
todo el río y sus puertos,
todas las montañas y sus bosques.

Ya no más.
No más cárceles de ceniza y palabras.
No más el silencio de puentes destruidos.
No más tristeza y sus tormentas sin ojos.
No más recuerdos en el craneo,
ni en los pasos que doy
para recoger mi voz
de tu olvido.
Y no más.

17/05/12

Maximiliano Olivera