27 de mayo de 2015

La cosa es así,
nadie vende nada
que quiera comprar.
Este es el mediodía,
lleno de grises,
glu-glú y bla-blá,
aquello es el otoño
que estalla en perpetuo silencio
y nada más.
Vos tenés pirámides por crear,
y yo acá, aún en mí,
tratándome de escapar
de esta sed por la sal,
de estas difusas luces
que vienen y se van,
de todos esos sueños
que te niegan lo real,
de las tormentas negras
en la maldita consciencia.
Por esto, 
nada tuyo me quiero llevar
cuando deba irme a encarar
mi propia vida.
¿Que digo?
Estás en mí como una
música del alma.
¿Sabés? 
Sos el pensamiento sanador
y amo tus errores, tu brillo,
tus palabras, tus ojos-humanidad.
Amo tus maneras de encontrar la paz.
Ojalá pudiese yo beberla de ojos
que aún puedan mirar.
El mundo nos arranca los hilos,
nos destiñe, nos saca de los labios
la quietud de las palabras necias,
esas que nos hacen ser libres
frente a los espejos del Sol.
Me asusta tanto el final.
Desde que lo vi llegar
televisión es la voz,
es todo lo que hay.
Los relojes son lo único vivaz.
Hay tanta nada 
que no ayuda
ni siquiera el pensar
o, incluso, dormir.
Hasta mis libros se rehúsan 
a embestir
los tiempos que se van.

Maximiliano Olivera

10 de mayo de 2015

La destrucción del hombre

Estos hombres-alfileres cabeza-abajo, cubriéndonos las calles que nos vemos obligados a transitar a diario, saturándonos de reflejos solares fulminantes, mirándonos en la espera de una caída próxima. Sus cuerpos al rojo vivo no se alteran ni con este diluvio enfermo que azota hace siglos. Cada gota enceguecida con lágrimas, regresa a los delicados océanos de los cielos de donde vino. Tontos erizados por la enfermiza necesidad de cazar y sobrevivir. Esperando que la criatura con la vida y suerte más finita aterrice sobre alguno, y así poder devorarle toda sensación. Yo no reconozco a ninguno de esos rostros olvidados por la Muerte. Me escriben en las paredes haikus insulsos, mientras yo les canto que ya no existiría en esta vida encanto si todo lo vuelven real con sus maquinarias interplanetarias. Todos los grandes poetas ya han muerto, olvidados en cavernas, desde ya miles de años. ¿Qué? No hay nadie en la Tierra el cual no esté contaminado por La Nada. Ningún hombre-alfiler es capaz de darse cuenta que ya no existen combinaciones de palabras posibles sin repetir, ahora, e incluso hace ya un siglo, o dos, atrás. Todo fue dicho y hecho. Erradicaron el Instinto cuando la primera bomba estalló. La Tierra, estúpidos, es ya un artefacto anticuado, como todas las grandes rocas de esta galaxia, y todas las demás. ¡Maldita sea! Todos esos tic. Todos esos tac. Me obligan a robar de cada presente una fotografía de colores, sabores y disfraces invertidos, para poder vivir el futuro más soñador y joven. Hoy ya no me quedan de esas ilusiones que una vez he bebido de un agua que supo recorrer un ojo nervioso y sudado. Hoy llegó el día, finalmente. Ese día que nadie nunca temió. Ya no queda misterio vivo. Todo fue descubierto y toda la poesía de las cosas ha sido sobre-explotada. Lo lograron, idiotas, consiguieron hacer real todo lo que milenariamente creímos impalpable, impensable... imposible.

Maximiliano Olivera

5 de mayo de 2015

Abril

Comiéndonos entre nosotros, gatita calicó, ¿comiéndonos? Si fui tu hermano cuando esa ventana que amabas daba hacia una pared, y tu cielo era una quimera horrible, desdibujada. No querías muerte, ni una estrella donde poder correr, pero, ahora es todo lo que te veo. El mundo es tuyo, hermana. Hacia dentro, todos los mares que irradian emociones corroídas por un aire humano, y las montañas incrustadas desde hace siglos en ciudades ruidosas de grueso hollín. Tenés todo el campo de manzanos, los escarabajos más bonitos, la arena y sus tortugas, el coirón ardiendo, el viento de madrugada y las luces nocturnas en la bruma; despertares sedientos de Sol. Tendrás todas las rimas para cada palabra cantada y la dicha de saberte desposeída de toda humanidad. Dejate fluir, olvidate de volver a casa; ya no hay más, sos el aire, sos la música más hermosa, ya.

Maximiliano Olivera