24 de marzo de 2014

#5

Te podría dar
de nombre lo que llevo escrito en mi codo:
"Enfermizo";
O relajarme y mentirte:
"nada puede salvarnos";
o lavarte con vientos
y cafés
el cuello morado
por la vida agitada
y mezquina que llevás;
o arrepentirme de haber llegado
hasta acá, solo para que la mente me susurre:
"en esta esquina es mejor
ser verdugo que una sombra enclenque";
o, mejor,
despertarte,
confiarte la mano violenta
de la duda,
esa
que destroza rimas somnolientas
con besos
que no saben nada
de omisión o
constancia.
Vamos,
vos diluíte,
que las calles y las tazas
quedaron vacías
por la tormenta.

Maximiliano Olivera

Ahora

Despiadado Sol,
vidrioruido de los nervios vivos.
Los sonidos que fueron despedazados
por los pasados y futuros
que giran alrededor tuyo.
Las batallas del presente
fueron abiertas
como un pecho moribundo
que pide clemencia.
La sal en esta cara que aun recuerdo,
mientras merodeo con pies de demonio
por la ciudad.
La piel de mi rostro,
una arcilla que es atacada
por miles de pajarosdiamantes.
Todo en el mediodía está cayendo:
la gente mala y buena,
el puente al final de la calle,
la risa del niño que no duerme,
el empedrado que hace morir a las palomas,
esas mismas palomas,
la muerte y todos sus perros raquíticos,
el reloj en mi muñeca,
lo que dicen por la radio.
Todo, todo cae,
ahora.

Maximiliano Olivera