11 de enero de 2013

Buen día, araña

Los cuernos de un conejo

Nos sentamos a la sombra de un desagüe.
Obstruimos con espejos todas las bocas de tormenta
que llevamos en nuestros cuerpos.
Lloviznan risas pasajeras que golpean
el reflejo de tus nudillos maltratados.
Nada parece hacerte bien.
Vos simplemente te ocultas,
abrazándote a la gelatinosa tierra de tus manos.
La osamenta de lo que fue alguna vez un gazapo feliz
nos observa llorar.


Corazones de palmito

¿Por que vestís mi pasado con sucias pieles de lo insano?
Torcés los dientes del Sol y te sentás a esperar un nuevo día.
Estoy tratando de ser aquel brillo que estalla en tu boca.
Estoy tratando de decir que entre tus ruinas soy un ave moribunda.


Grano de madera

Pronto colapsará aquello que llamás "vida"
y caerá del cielo aquel cajón que contiene tu voz.
Entonces bajarás desde tu tibia entraña
para recoger todos los días que viviste,
con los ojos vendados, con los pies heridos,
con el hígado hinchado de tanto lamer el alba.


Origami

Todos estos rescoldos crujiendo en tu cuerpo
son dibujos de lo que podría haber sido
el interior del estómago de un perrito hambriento,
si tan solo hubieras muerto en silencio.

Ahora todos los caballos son ruedas
y sus ascuas intensas te empujan hacia el olvido.

¿Viste cómo las arandelas del tiempo ya no parecen
encajar en tu humeante cuerpo de roble?
Así es como cantan las mezquinas ráfagas del caos.

Las perlas que se desprenden de tus huesos
le sonríen falsamente al perfume de la sangre.
Ya no hay colores ni sonidos.
El vacío te consume, te corrompe, te obliga a ser gas.

Tu pequeño espíritu cae sobre los campos
como la nieve más voraz que jamás hayas conocido.

Maximiliano Olivera