Loco, no te apurés, que
la eternidad fácilmente se diluye con el sudor. Tu espíritu ya no camina
a tu lado, ¿no es así? Bueno, ¡que eso no importa! Guardá un pajarito negro
en una caja de fósforos y llevá siempre un alfajor en el bolsillo. Apagá la televisión, dejá de ver ya a esos militares tontos que recorren las calles en busca del
río robado. ¡Buscate!
Ya no importa que te
duermas en otros ojos. Tomá un hilo del silencio e intentá transformarlo en
puente. Que te sirva para nunca soltarte del aire y la tierra que amás.
Ya no importa que te
tragues el tiempo con una sonrisa, pensando en todas las canciones que se
desangran esperándote en cualquier garganta idiota. Construí con palabras. Buscá
aquella rima que es tuya. Lo demás es piedra dormida al sol.
Escribí porque la vida
arde y no basta con sentirla en nuestra piel morir.
Escribí con repugnancia
al olor chamuscado de las cosas.
Escribí porque uno debe
rehusarse a ser sólo una llamita extinguiéndose.
Escribí porque el
universo no debe desaparecer
y porque sólo nuestras palabras
pueden perpetuarlo.
Escribí porque la memoria
no deja ceniza alguna
y porque la palabra es
agua.
Maximiliano Olivera
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