cruzar los dedos, pensar en agua,
ser agua bajo los pies del rocio,
reinventar sonidos para después
transformarlos en ruinas de ecos,
aprender el nombre de cada hilo
resulta fácil cuando ninguno responde,
mirar tus propias manos, tu voz, tus uñas,
saber que ninguna de ellas responde por vos,
descubrir lo útil de una mentira.
nubarrones llenos de nosotros dos,
traen un grito de miserias y truenos.
cuando lo insano de un amor florece
comienzan a mordernos las oraciones
y las venas caen en la turbia sangre
de ese leve río que solía recorrernos.
cuidamos los pasos, temblamos un poco
bajo la hilarante sonrisa de la infección,
fingimos no saber por que no hay gravedad.
mi mirada de muerte es todo lo que te doy.
mensajes en las nubes del cielo que hay en vos,
se llenan de palabras que nunca quisimos decir.
las despedidas me recuerdan lo que aun no soy
porque cada paso que dimos,
cada secreto escondido,
cada mirada que fue omitida,
cada sueño envenenado o perdido,
cada sonrisa destruida,
son pequeños silencios
que no quieren ser parte de nosotros.
Maximiliano Olivera
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