No dejes que esta fría tristeza nos utilice para su violento festín. Si aun conservas interés en detener el amargor de las horas, escapa lejos de tu egoísmo. Escapa esta noche, bajo la fresca llovizna otoñal. Ignora los campos de trigo ardiendo alrededor tuyo. Ignora como las finas gotas punzantes perforan tu sombra. Ignora al barro mecerse sobre las voces que susurran desesperadamente tu nombre. Solo deja que la luna te bese y disemine en vos el pasado, lo perdido, lo muerto, lo anhelado. Para así lavar tu cuerpo del otro lado del espejo. Y al volver de allí verás los recuerdos correr sedientos por fuera de la ventana, ya no rondaras libremente con todos ellos porque ahora seras el tiempo que se retuerce tenaz bajo esta piel.
Maximiliano Olivera
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