17 de septiembre de 2013

Calma

Mueble al costado de la boca de otra habitación
que se aleja de nuestros poemas de amores malditos.
Nos encontraremos en los túneles que cavamos hace siglos.
Túneles en los ojos para huir de esto que llamamos ceguera.
Días y noches, preguntándonos: "¿quién y dónde?"
Sabemos cuánto oro y ceniza tendremos que llevar hasta nuestras muertes.
Sabemos que seremos esto y aquello, cuando se vuelva pequeño el corazón
y se asfixie la caricia que busca salvación en rostros distantes.
No olvidar el fuego. Siempre hay un fuego dando vueltas por ahí.
Girando sobre nuestras almohadas, esperándonos al final del sueño.
Madrugadas enteras que fueron traídas por manos encantadoras,
dulces y aterciopeladas, que tal vez vengan a cambiar nuestros días.
Enarbolar cada uno de nuestros dedos por encima del cielo.
Allá en lo alto, no habrá nada más que dos estrellas y un montón de calma.
Calma.

Maximiliano Olivera

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