24 de junio de 2013

Oro en polvo

Detrás mio, donde la mandíbula nace y descansa. Recuerdos infectan mis ojos. Mis ojos que hoy son azulejos sucios. Algo resuena en mi cabeza: "¿donde estaré en realidad?". Noche. En mi boca las tormentas danzan. Vengo de un sueño donde las caras se tropezaban entre sí, y donde éstas se pudrían en un lapso corto. Agrio. Agrio. Agrio. Larvas vociferantes. El culo fue besado por el frío inodoro. Un chorro de pis mojó mis recuerdos. Defecando pensaba en toda la miseria del mundo. Tres mandarinas y una banana. La heladera sin luz. Los ladridos de mi perra intentando romper el cuello de la locura. Tanto silencio goteando del cielo raso. No quisiera recorrerlo y verme empapado de vacíos. Nada lindo florece hoy en los vidrios empañados. Nada que pueda llevarme a los ojos y comer. La cara inexpresiva del limón y su mirada de aire surcando la nada. La inspiración no me encuentra, tiene el alma ocupada en sus propias manos, que se mueven con fruición, tratando de sumergir todas las islas del mundo. Semillas cítricas sobre la cama. Y una moneda de un peso, incrustada entre la uña y la carne. Ahí va mi risa necia, escupiendo un si bemol directo en el ojo del gato.

Maximiliano Olivera

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