13 de noviembre de 2013

#4

Y los alfileres en donde te hundís,
el metal del que te gustaría ser parte,
fundirte con todas las piedras liquidas, brillantes,
latentes, escondidas.
Sería como recolectar huesos de animales muertos
solo para observar sus paisajes de polvo,
la devastación pura.
Lugares oscuros, olvidados, desaparecidos.
Lugares que solo existen en ellos y nosotros
en lo que dure la sed.
Esta sed de ser nombrados.
Somos tan diferentes bajo la luz de los arboles.
Este rostro que doy a un sol que no me oye.
Esta mano rota que es mía, y aun así no sabe mi nombre.
La radio suena porque es todo lo que hay,
lo que aun queda.
Atrapa todas las sangres y las convierte en voces.
¿Seremos tan solo ecos distantes y malditos?

Maximiliano Olivera

No hay comentarios:

Publicar un comentario